La filosofía como amor a la sabiduría

La filosofía (o el conocimiento) es el amor a la sabiduría: consecuentemente, el filósofo no es un sabio, solo es un amigo de la sabiduría, lo cual no excluye que la figura del sabio siga desempeñando para él el papel de un ideal (modelo para el pensamiento y/o la acción) hacia el cual tender, aunque en última instancia este modelo sea inalcanzable.

La filosofía, como discurso racional o basado en la razón, se opone al mito en lo que respecta al intento de dar cuenta de uno de los primeros objetos de la interrogación humana: el cosmos (naturaleza o mundo en cuanto está ordenado). Por otro lado, siguiendo el camino lógico del argumento, la filosofía/el filósofo se dedica no a persuadir (lo cual, según Platón, sería propio de los sofistas), sino a convencer a su o sus interlocutores.

Aunque se le pueden asignar diferentes objetivos (búsqueda de la verdad, meditación sobre el bien, lo bello o lo justo, búsqueda del sentido de la vida y la felicidad, etc.), la filosofía se presenta primero y ante todo como un modo de vida o una manera de vivir: es filósofo aquel (o aquella) que se esfuerza por aplicar en su propia vida los resultados de su reflexión.

Recordatorio breve del curso anterior: filosofar es aprender a pensar, pero pensar por uno mismo no significa pensar solo. Tres tipos de relaciones entre la filosofía y la sociedad: 1) de violencia, 2) de institucionalización, 3) de transformación social y compromiso político.